Las reformas a los artículos 3.º, 4.º y 73.º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos marcaron un precedente histórico al reconocer oficialmente a los animales como seres sintientes, estableciendo la obligación del Estado de proteger su bienestar, prevenir el maltrato y fomentar la conservación en todo el país.
La reforma constitucional fue aprobada por unanimidad en el Congreso de la Unión y posteriormente ratificada por la mayoría de los congresos estatales, cumpliendo así el proceso legislativo requerido para su entrada en vigor.
Con esta modificación, México se posiciona como uno de los primeros países en América Latina en incorporar la protección animal como un principio constitucional, lo que obliga a los tres niveles de gobierno —federal, estatal y municipal— a implementar políticas públicas, leyes y programas orientados al cuidado, respeto y preservación de todas las especies.
De acuerdo con el dictamen aprobado, el artículo 4.º establece que “el Estado garantizará la protección, el bienestar y el trato digno a los animales, reconociendo su carácter de seres sintientes y promoviendo la conservación de su entorno natural”.
El artículo 3.º incorpora la enseñanza del respeto a los animales como parte de la educación básica, mientras que el artículo 73.º otorga al Congreso facultades para legislar en materia de bienestar y protección animal.
Diversas organizaciones defensoras de los derechos de los animales celebraron la decisión como un avance histórico para México y la región, al considerar que abre el camino para endurecer sanciones contra el maltrato, fortalecer los refugios y mejorar las condiciones de vida de los animales domésticos, silvestres y de granja.
“Esta reforma representa un cambio cultural profundo, porque reconoce que los animales sienten y merecen ser tratados con respeto”, expresaron colectivos animalistas tras la ratificación.
Con la entrada en vigor de esta reforma, el país da un paso firme hacia una nueva era de conciencia y responsabilidad social en materia de bienestar animal, donde el respeto por toda forma de vida se convierte en un mandato constitucional.
