Por: Guillermo Urías Rodríguez
Esta mañana, galleros marcharon en contra de la nueva Ley de Protección y Bienestar Animal de Sonora. Sin embargo, lo que debería ser una manifestación civil, parece alejarse cada vez más de su naturaleza social al mostrar la intervención de actores políticos que opacan su propósito inicial. Una figura destacada en este sentido fue la de Javier Dagnino, quien, con evidente protagonismo, se sumó al contingente de manifestantes, particularmente apoyando al sector de los galleros.
La participación de personajes políticos como Dagnino diluye la idea de que se trata de un movimiento genuinamente civil, revelando un trasfondo de intereses y golpeteo político. La marcha deja de ser vista como una expresión social legítima y se convierte en un escenario más de disputa política.
Además, resulta sorprendente la persistencia de los manifestantes en defender una actividad tan controvertida como las peleas de gallos, donde los animales se enfrentan hasta la muerte de uno o ambos, equipados con navajas. Cabe señalar que este tipo de actos violentos no guarda relación con otras actividades rurales como las cabalgatas, las carreras de caballos o la crianza ganadera, que no involucran la brutalidad inherente de las peleas de gallos.
Con una asistencia aproximada de 300 personas, la marcha evidencia la creciente división entre quienes promueven estas actividades y una sociedad que avanza hacia nuevas sensibilidades y valores.